Esta es una campaña para que dejemos de usar las palabras de los amigos de Job como si fueran promesas de Dios.
Hay unas frases todas lindas en el libro de Job a las que muchas veces nos habrán pedido que respondamos: «¡Amén!». Son pronunciadas dentro de los discursos de los amigos de Job. Veamos algunos ejemplos:
He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; Por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso. (Elifaz temanita, en Job 5:17 RVR)
Si tú de mañana buscares a Dios, Y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y recto, Ciertamente luego se despertará por ti, Y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande. (Bildad suhita, en Job 8:5-7 RVR)
Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, Y serás fuerte, y nada temerás; Y olvidarás tu miseria, O te acordarás de ella como de aguas que pasaron. La vida te será más clara que el mediodía; Aunque oscureciere, será como la mañana. (Zofar naamatita, en Job 11:15-17 RVR)
¿Y cuántos dicen amén? Lo curioso es que estas preciosas frases parten de una preconcepción equivocada de los amigos de Job, que creían que la explicación para todo el sufrimiento del viejo patriarca era que había hecho algo muy malo y que se negaba a reconocerlo. Al final del libro, estas ideas son desmentidas por el mismo Dios, quien les dice: «Lo que han dicho ustedes de mí no es verdad… reconozcan que, a diferencia de Job, lo que han dicho ustedes de mí no es verdad» (Job 42:8 TLA).
Y esto me hace pensar, ¿cuántas cosas habremos sacado de la Biblia para decirle cosas a la gente que no están ni cerca de lo que realmente Dios quiere decir? ¿Cuántas veces usamos nuestras ideas acerca de Dios, o textos bíblicos de respaldo, para condenar, señalar, juzgar a otras personas? Piénsenlo.
Y únanse a esta campaña para que dejemos de usar las palabras de los amigos de Job como si fueran promesas de Dios.