Se suele escuchar esta expresión bíblica en conversaciones sobre asuntos estéticos (tatuajes, perforaciones, maquillaje, vestuario), pero ¿qué tal si tratamos de observarlo desde una perspectiva más cercana al Evangelio? Este es un extracto de una conversación muy interesante que tuve con mi querido amigo Cristian Elezeta en la temporada pasada de Notas Sueltas.