En algún punto dejé de intentar definir a Jesús. Fue ahí cuando mi relación con él empezó a definirme a mí.
Creo que una de las cosas que más nos gusta a los seres humanos es nombrar cosas, etiquetarlas, categorizarlas. De hecho, se nos cuenta en Génesis que una de las primeras tareas que tuvo Adán fue ponerle nombre a los animales. Creo que cuando nombramos algo, eso nos permite ubicarlo en nuestra realidad, casi que hacerlo propio.
Podría ser por eso que nos gusta sistematizar nuestras ideas sobre Dios. No es suficiente con tener ahí escrito en la Biblia lo que creemos, hay que extraer los versículos y agruparlos para que coincidan con las conclusiones a las que llegamos. Y muchas veces, como decía en estos días mi amigo @eldinosauriodenoe, terminamos con un Dios que coincide con todos nuestros gustos políticos, sociales y doctrinales.
¿Y notaron que los religiosos de la época trataban de hacer eso con Jesús? Por eso lo buscaban para que les respondiera cosas, no porque les interesara lo que tenía para decir, sino para ubicarlo en su espectro doctrinal: Jesús, ¿qué piensas del divorcio? ¿Y de la resurrección? ¿Y qué onda los impuestos? ¿Cómo clasificas los mandamientos? ¿Y qué es lícito hacer en el día de reposo?
Y veo a Jesús, tan poco interesado en esos esquemas, con esas respuestas escurridizas y contundentes, con ese toque increíble para incomodarlos a todos por igual. Ni siquiera los que anduvieron con él durante sus años de ministerio lograban comprenderlo del todo, ¿cómo pretendían los demás lograr encasillarlo con un par de preguntas?
Yo fui de esos. De los que andaban sistematizando versículos, haciendo flujogramas para explicar la gracia de Dios, haciendo mi propio «Trejos Cut» de la Biblia, frunciendo el ceño cuando veía que el Espíritu se movía en otra dirección a la que la sana doctrina aprobaba. Hasta que me estrellé de frente con la vida y sus fracasos y la sana doctrina no hizo nada por mí. Pero la mano de Jesús siguió extendida hacia mí, y su voz de amor me dijo: «Sígueme. Y esta vez no tomes apuntes».