«En la semana fundante del cristianismo se resignifica la muerte…»

Esta #SemanaSanta2021 invité a amigos y amigos que hacen divulgación teológica a compartir este espacio con reflexiones sobre los eventos de la última semana de Jesús. Comienzo esta serie con una reflexión del profe Juan Sebastián Hernández, teólogo, profesor e investigador bíblico.


El logos fundacional del cristianismo, la palabra encarnada y cantada en el prólogo de Juan, muere esta semana, pero, como fértil uva, renace como narración sobre la que se funda el ethos y pathos de todos los que nos apellidamos existencialmente como cristianos. Muere el hombre-Dios cantando con su último aliento el Salmo 22 asfixiándose en un madero, pero nace la canción que ha acompañado, para bien y para mal, la historia de occidente.

El último canto lanzado desde la periferia del imperio por uno ejecutado como sedicioso político, se convirtió en la banda sonora de ese imperio y su historia en Europa y sus colonias.

El cristianismo es la predicación de la muerte de Dios (el λόγος τοῦ σταυροῦ de 1Cor 1,18) y su mito fundacional es el relato de la pasión. Lo siento Nietzsche, pero llegaste veinte siglos tarde. Un héroe semita es presentado como modelo humano. En la cruz no muere un hombre, sino que lucha el agonista (sobre todo el Jesús lucano), un guerrero que se enfrenta a la entropía inevitable y la vence.

Todos los seres humanos tememos morir, ser vencidos por la sombra de lo otro abrasivo, abyectivo y destructivo. En la semana fundante del cristianismo se resignifica la muerte no como punto final desvanescente, sino como reset performativo.

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