Hoy que se nos acaba este año de tantos sobresaltos, de tanta angustia y pesar para muchos, no puedo más que agradecer.
Gracias por la risa de mi hijo, por el abrazo cálido de mi esposa al despertar.
Gracias por la vida de mi familia, de mis padres, mis hermanas, mis amigas y amigos tan queridos.
Gracias por la salud y la alegría, por la posibilidad de ganar el pan cotidiano y porque este nunca faltó en nuestra despensa.
Gracias por la gracia de poder aprender cada día, aún en los tropiezos, de volver a intentarlo.
Gracias por la música, por el arte, por las letras, por toda la belleza que hay alrededor para admirar.
Gracias por mi comunidad cristiana, por mi familia espiritual que me abraza con mis dudas, mis rarezas, mis falencias.
Gracias por la gente que me ha permitido conocer este proyecto, por las buenas conversaciones, por los que se acercan de vez en cuando por aquí a decir «gracias».
Gracias, en fin, Señor, por este 2020 de nuevas misericordias cada día.