Progres contra fundas, el nuevo circo romano. Para los que salimos huyendo -y por suerte sobrevivimos- del fundamentalismo, es toda una aventura descubrir maneras de vivir la espiritualidad con libertad, acercarnos a nuevas posibilidades de interpretar la Biblia o experimentar modelos de comunidad que se alejan de las estructuras tradicionales. Y, sin embargo, muy en lo profundo muchas veces nos sorprendemos luchando contra esa tentación de volver a creer que ahora sí tenemos la última verdad y andar por la vida corrigiendo a los pobres fundas, tan equivocados ellos.

Este es mi último episodio editorial de la temporada y en él les hago un recorrido por el fundamentalismo evangélico, sus orígenes, sus postulados y sus miedos. También les cuento un poco acerca de cómo he lidiado con el funda que llevo en mi corazón para que todo este proceso de transformación no termine simplemente un cambio de declaración doctrinal. ¡No se lo pierdan!


Temas en la conversación

  • 00:00 | Introducción
  • 02:27 | Progres vs. Fundas
  • 12:26 | Breve historia del fundamentalismo evangélico
  • 21:06 | Postulados fundamentalistas y el asunto de la inerrancia bíblica
  • 32:41 | Cómo dejar atrás la actitud fundamentalista frente a la vida
  • 48:02 | ¿Cristianismo primitivo progre?
  • 57:10 | Salutaciones finales

Frases destacadas

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Notas del episodio


Transcripción

Hoy es febrero 18 del año 2022. Este podcast se llama Notas Sueltas y dice así.

[SUENA INTRO]

Bueno, este es el episodio número 66 de Notas Sueltas, y para honrar un poco ese número, que no es perfectamente el número de hombre, (el que oye, entienda) pero casi. Entonces este episodio del doble 6 se lo vamos a dedicar a definir de una vez por todas qué es esa pelea pues de los progres contra los fundas… y yo de entrada ya les digo: Soy progre. #SoyProgre #BendecidoYAfortunado… sé que no compartirás este episodio porque te avergüenzas de Dios… y bueno, esto te volará la cabeza.

Pero bueno, ya saben lo de siempre, no tengo muchos anuncios parroquiales, pero antes de empezar a fondo con lo que traigo en la cabeza para decirles hoy les recuerdo que este podcast y todo el contenido del Cancionero Cristiano ha venido mejorando gracias a los Patreons, que son los que aportan para mejorar poco a poco los equipos y obviamente también las ideas para el contenido nuevo, en fin, gente que valora esto lo suficiente como para decir: “voy a meterle plata a este proyecto”, $1 dólar, $5 dólares, $10 dólares al mes… la verdad es que para mí es un honor, me siento muy honrado y muy contento de que haya gente que le dé tanto valor a esto que pongo por aquí a consideración de ustedes. Entonces un agradecimiento a los patreons, a los Cancioneitors, como me dijo en estos días el señor Mateo Quilindo, y pues yo creo que voy a terminar acuñando ese término sin el menor remordimiento, porque pues los progres somos así.

Ahorita al final les voy a contar un par de cosas chéveres que pienso hacer para los patreons como contenido exclusivo entre las temporadas, porque además ya esta segunda temporada está entrando en su recta final, quedarán unas cuantas semanas más de podcast y luego lo pausamos por unos meses para darle fuerza a otros contenidos y también para tener tiempo de recoger nuevos invitados. En fin, cuando acabemos el episodio les contaré un poquito más, entonces acomódense que esto va a arrancar.

Progres contra fundas, es una narrativa que se ve mucho en las redes sociales hoy por hoy, al menos en esos ambientes de divulgación teológica en los cuales vivo metido yo, como si me estuvieran llamando, o como si supiera lo que estoy haciendo. Es la manera en la que nos referimos con cariño, o más bien de una manera toda pasivo-agresiva, a los progresistas, los que nos alineamos con ideas menos ortodoxas con respecto a una diversidad de temas de debate en la actualidad, y a los fundamentalistas, los que son más conservadores y, podría decirse, tradicionalistas. Pero, se preguntarán ustedes, ¿de dónde salió esa división? O bueno, no importa si no se lo están preguntando, igual se los voy a responder, porque pues de eso es el episodio y no preparé otro tema jejeje…

Pues yo pienso que por un lado, los humanos preferimos separar las cosas en dualidades, eso nos ayuda a clasificar y a comprender la realidad de manera más ordenada. Día, noche; arriba, abajo; hombre, mujer; ricos, pobres; frío, calor; vida, muerte. Y claro, la realidad es mucho más compleja, tiene un montón de matices, pero tener como esas fronteras claras es muy práctico, y creo que también es una cuestión evolutiva, nuestro cerebro se acostumbró a eso para ahorrar consumo de energía. Y en el ámbito de la fe, específicamente en la historia del cristianismo en occidente, cómo se desarrolló esta religión, con todas sus tramas y subtramas y cismas y reformas y divisiones y despertares y avivamientos, toda nuestra historia viene de un contexto e interactúa con un contexto, o con múltiples contextos.

Ya les conté en uno de los primeros episodios de este podcast cómo ese gran conjunto de cosas que creemos y que entendemos como “cristianismo”, que no es ni mucho menos el único cristianismo que existe, pero esa es otra discusión, es como un gran remix, una mezcla de múltiples factores que nos han traído hasta acá, a que en cada publicación en las redes sociales lo ubiquen a uno entre los fundas o entre los progres.

Yo les adelanto que soy progre. Antes de que los carcoma la curiosidad. Que eso pues, a estas alturas, debería ser más que obvio, pero es importante aclararlo. Si vamos a responder a esa clasificación, que no es que me guste mucho, aunque es muy útil para hacer memes, eso sí, pues yo funda no soy, eso claro que no. Y vean lo curioso, yo fui mucho tiempo, más de 30 años de mi vida, fui parte de una iglesia bastante conservadora, una fábrica de memes de creencias y prácticas fundamentalistas, y yo miro para atrás y no considero que haya sido particularmente funda. De hecho, vivía metido en problemas precisamente por eso, porque no encajaba mucho en esos estándares. Pero, para simplificar la cosa, voy a decir que sí, que hasta los 30 o 31 años fui funda, y que de ahí en adelante me volví progre.

Me degeneré hacia el progresismo. Que es una idea funda, y aquí vamos a empezar a entrar ya en materia, es una idea clave de un funda, por definición: estar de nuestro lado es estar en lo correcto, pasarse para el otro lado es una desmejora, un downgrade, un retroceso. Por ahí les voy a dejar en las notas del episodio una imagen muy curiosa que me encontré hace tiempo en redes, que muestra lo que para el autor, voy a asumir que es funda, es el descenso de los modernistas. A todas estas, pues no sé de qué fecha será esa imagen, porque el modernismo pues ya pasó hace como un siglo, pero la cosa es que es una escalera hacia abajo, y en cada escalón se va poniendo peor la cosa. Arranca desde el cristianismo, luego se desciende a que la Biblia no es infalible, luego a que la humanidad no fue hecha a imagen de Dios… Y la cosa se pone peor más pa abajo, negar los milagros, el nacimiento virginal, la deidad de Cristo, el arrepentimiento, la resurrección, y el fondo de la escalera es el agnosticismo y el ateísmo. 

De ahí para abajo supongo que seguirán ya los siete círculos del infierno y la sección de comentarios de Coalición por el Evangelio. En fin. Es una imagen muy diciente sobre la mirada desde una hegemonía doctrinal y teológica a otras creencias dentro del mismo cristianismo. Es un descenso irremediable al ateísmo, a la pérdida de fe. Y también resume bien otra parte importante del fundamentalismo evangélico estadounidense, que nos fue heredado a las colonias latinoamericanas, no sé cómo será la movida en Europa, pero por acá nos llegó en gran parte esa visión dualista de la fe: sana doctrina y falsas doctrinas; cristianos verdaderos, básicamente todos los que se alinean con nuestra declaración de fe, y sinagoga de Satanás. Ahorita más adelante vamos a ver los postulados principales de ese pensamiento funda.

Pero tengo otra imagen que encontré mientras estaba pensando en qué decir en este episodio, y es una imagen que resume el progresismo cristiano (¿o será mejor cristianismo progresista?), en un post de un señor llamado Frank Turek, que es una papita criolla, pásense por su perfil de Instagram pa que vean cosa curiosa… ahí les dejo el link porque está es pero de rechupete. Este señor, desde una mirada muy funda, nuevamente, resume en qué consiste ser progre. A saber. Esto sí lo voy a leer directamente del post, pillen pues:

  • Primero. Una visión rebajada de la Biblia. Ah, bueno, la cosa es que el post es un resumen de un artículo más largo donde amplía cada uno de estos puntos. Entonces esperen lo busco, porque presenta unos ejemplos de lo que dicen los progres, que es una caricaturización que vale la pena escuchar. Entonces, aquí está. Sabes que te está hablando un progre y que está promoviendo una visión rebajada de la Biblia porque te dice cosas como: “la Biblia es un libro humano”, o “la Biblia contiene la palabra de Dios”. Este punto es importante, esa manera en la que se ve la Biblia es clave en todo este debate de fundas vs. progres. Enseguida vamos a volver a esto.
  • Segundo. Se le da más importancia a los sentimientos que a los hechos. Entonces en el artículo se dan unos ejemplos de cosas que dicen los progres al respecto: “no creo que Jesús vaya a enviar gente al infierno”, “no me identifico con ese versículo de la Biblia”, “yo creía que ser homosexual era pecado hasta que conocí a un amigo gay”. Según estos ejemplos, si uno es progre, pone sus opiniones personales por encima de hechos irrefutables que están clarísimos según su interpretación de la Biblia. Otro problema al que vamos a volver en un rato.
  • Sigamos, tercero. Las doctrinas esenciales del cristianismo están abiertas a reinterpretación. Y en los ejemplo del artículo menciona la resurrección de Cristo, la visión respecto a la moral sexual, la idea del infierno. Estas que se consideran doctrinas ya definidas totalmente, inamovibles, son como intocables. O sea, si las cuestionas, eres progre y vas de para abajo, derechito al ateísmo.
  • Cuarto. Los términos históricos son redefinidos. Y los ejemplos del artículo son: “Dios no castiga el pecado porque es amor”, o esta que también tiene que ver con la Biblia, “sí, la Biblia tiene autoridad, pero la hemos interpretado por 2000 años”. Bueno, este se puede ampliar también enseguida, pero ahí volvemos al asunto de la tradición, que curiosamente se usa como un distintivo del protestantismo frente al catolicismo, se critica la autoridad de la tradición en el dogma católico, pero cuando la tradición es nuestra, ahí sí está bien.
  • Y el quinto y último. La justicia social se vuelve el centro del evangelio, en lugar del pecado y la redención. Este es un tema que no solamente tiene componentes teológicos, sino también políticos. Ojo a los ejemplos, que es como estar escuchando un podcast del Cancionero, jejeje. “El pecado no nos separa de Dios, somos hechos a su imagen”. O “Dios no requería un sacrificio por nuestros pecados, los cristianos del primer siglo copiaron esto de los sacrificios paganos”. Y este es mi favorito: “no necesitamos predicar el evangelio, sino buscar justicia para los oprimidos y alimentar a los pobres”. Que este último es un falso dilema, porque se asume que si uno se alinea con un discurso de justicia social, es porque no quiere predicar el evangelio, lo que yo veo más bien es que el evangelio contiene ese mensaje de justicia social.

Pero bueno, vamos a meternos más de fondo entonces en el asunto del fundamentalismo evangélico. Y luego les cuento algunas ideas que tengo al respecto, porque también hay que decir que esa actitud fundamentalista es peligrosa y escurridiza, y muy fácilmente puede uno conservar una actitud semejante, defendiendo ideas teológicas de cualquier corriente. Y esa manera de ver el mundo y de entender la realidad y sobre todo de entender las diferencias de pensamiento con otra gente, es transversal a cualquier cosa. Uno puede ser un funda en política, de izquierda o de derecha o de lo que sea; o puede ser un funda en temas científicos, y todo necesita estar sustentado en un paper académico, o no lo creo. Pero bueno, para allá quiero llevar el resto del episodio, entonces veamos de dónde sale esta corriente.

Se puede hablar de varios factores que incidieron en la aparición de lo que luego sería el fundamentalismo evangélico, tal vez la principal desde el aspecto histórico, vendría a ser el movimiento puritano que se dio en Inglaterra en los siglo XVI y XVII. Pues esta era gente que buscaba purificar a la iglesia de Inglaterra, el anglicanismo que fue la forma que tomó la Reforma en Inglaterra, esa historia también se las conté en el episodio de la doctrina cristiana como un remix. En lo político pues hubo mucho impacto de parte de este movimiento, que no llegó a ser pues una denominación o algo así, sino más bien como una ideología dentro del protestantismo inglés, que pensaba que había que separarse más del catolicismo, vieron que la Iglesia Anglicana conservó y aún conserva muchas prácticas y muchas ideas de la tradición católica occidental, entonces esto le chocaba pues a mucha gente que esperaba que hubiera una ruptura más radical, esos fueron los puritanos.

En todo caso, eso hubo pues guerras civiles y todo en Inglaterra en esa época, y los puritanos fueron muy perseguidos, por sus ideas religiosas, pero también por sus alianzas en lo político y la influencia que empezaron a tener en la sociedad. Al final muchos puritanos huyeron durante ese periodo de guerra y otros fueron reabsorbidos por el anglicanismo y por otros movimientos más pequeños que surgieron en los siglos siguientes, entre los cuales están los Hermanos de Plymouth, mi preciosa secta. Pero el verdadero impacto del puritanismo en la historia del cristianismo vendría de parte de los colonos que migraron a los Estados Unidos, bueno, a Nueva Inglaterra, que era para ese entonces aún una colonia inglesa, no existían los Estados Unidos como nación aún, obviamente.

Estos colonos vienen huyendo de la persecución, traen toda esta ideología de una teocracia, de una sociedad regida por los principios que ellos veían en la Biblia, y todo eso moldeó fuertemente el desarrollo del cristianismo en lo que luego serían los Estados Unidos. Esta es una historia que vale la pena curiosear, pero en fin, creo que este factor es predominante y explica mucho del por qué el evangelicalismo gringo piensa como piensa, incluyendo esas ideas de persecución, esa paranoia por el fin de los tiempos, esa lectura de la Biblia tan curiosa, tan literalista. Todo eso se puede trazar hasta el origen puritano de la fe como se desarrolló en su sociedad. 

Un episodio de la historia que también es impresionante y que tiene que ver con esto, con esa mentalidad fundamentalista y radical hasta el extremo, es la historia de las brujas de Salem, donde terminaron ejecutadas como 20 personas por una histeria colectiva que no es muy diferente de una sección de comentarios de redes sociales hoy en día. Les voy a dejar un episodio, ahora que me acuerdo, de un podcast donde cuentan esta historia, bueno, es un podcast medio de humor y de historias de terror, ahí uno se ríe y se asusta en igual medida, pero se los dejo en las notas por si lo quieren curiosear. Ah bueno, y también les voy a dejar (si la encuentro) unas páginas de un libro de esos de Chick, del mismo autor de los tratados ilustrados, donde explican desde su versión funda cómo fue la cosa con lo de las brujas de Salem, que es más estremecedor aún, porque para ellos sí fue una amenaza real, y justifican lo de las ejecuciones y todo eso. Bueno, ahí les queda la curiosidad.

Otro factor que entra a jugar en el origen y el desarrollo del fundamentalismo es la idea de la inerrancia bíblica. Que bueno, esto tiene muchos matices, y hay que diferenciar la inerrancia del literalismo bíblico, están relacionados, pero no son lo mismo. Ahorita vuelvo a esto, pero en todo caso, esto trae unas raíces fuertes desde la Reforma. Se acuerdan que esa movida de Martín Lutero en Alemania contra el asunto de las indulgencias del papa Leon X, y bueno, todo el movimiento de reforma de la iglesia, que terminó en la separación del protestantismo… bueno, eso generó muchas reacciones. O sea, las ideas centrales del protestantismo en realidad son una respuesta a los abusos de la iglesia católica en ese entonces. Una de ellas, de esas famosas 5 solas, que son como la base central de la doctrina reformada, es la sola scriptura, que es una reacción al poder que tenía la voz del papa y del magisterio de la iglesia, por encima de las escrituras, de la Biblia. 

Básicamente la sola scriptura viene a ser un desafío directo a la idea de la infalibilidad del papa, tan fuerte en aquel entonces. Es como si los reformadores hubieran pensado: ¿ah, sí? Conque el papa es el que no se equivoca… pues no señor, es la Biblia la que no se equivoca. Y alrededor de esa idea se construye toda una manera de pensar y de entender el texto bíblico y la autoridad de la Biblia para los creyentes, etc. Que es bien curioso, porque otro de los postulados centrales de la reforma fue el libre examen de las Escrituras, es decir, que cada persona pudiera acercarse a la Biblia y buscar la voluntad de Dios. Esta fue una idea central en el pensamiento de Lutero y de la Reforma, y eso explica por qué el afán en la traducción de los textos bíblicos a las lenguas populares. Que, bueno, pues esto al final se salió un poco de las manos y los clérigos protestantes se dieron cuenta que esto tampoco era muy buena idea si querían tener control sobre la gente, porque obvio, ellos también tener control sobre la gente, entonces le dieron como Ctrl+Z a eso, y dijeron: no, no, no, vengan y nosotros les explicamos qué es lo que significa la Biblia, porque eso tampoco es tan fácil de entender.

Entre otras cosas, para muchos estudiosos, esa idea del libre examen de las Escrituras fue una de las piedras angulares del pensamiento europeo occidental que luego llevó a la Ilustración, a ese periodo de gran auge del pensamiento y del humanismo y de las ciencias… en fin. No vamos a abrir esa pestaña, que ustedes ya saben yo cómo soy cuando arranco a divagar por ahí.

Entonces con ese antecedente de la reforma, y lo que ya hablamos del puritanismo y del desarrollo del evangelicalismo en Norteamérica, aparece un profesor del Seminario Teológico de Princeton, esto es una escuela presbiteriana en New Jersey, creo. Bueno, en fin, este señor… ah, se me borró el nombre… Hodge, Charles Hodge creo que era, empieza a proponer la inerrancia bíblica como un postulado ya formal, teológicamente estructurado y todo eso. Eso es en la segunda mitad del siglo XIX, hace menos de 200 años. Y a finales de ese siglo aparece el credo del Niágara, que sale también de una convención de eruditos conservadores, en medio de ese conflicto con el modernismo y con el progreso de la ciencia para explicar el mundo, alejándose de los relatos bíblicos. Y el primer postulado de ese credo dice: “Creemos que la totalidad de la Escritura está dada mediante la inspiración de Dios”. Leyendo a varios teólogos, por ejemplo a Hans Küng, se considera que este fue oficialmente el origen del fundamentalismo evangélico. De hecho, recuerdo haber leído en alguna parte que en esa convención del Niágara fue donde se empezó a usar el término “fundamentalismo” para referirse a esas ideas.

Entonces, noten que es bastante reaccionario el desarrollo de esa idea de que la Biblia tiene la razón en todo lo que dice. Como reacción a la infalibilidad papal en tiempos de la Reforma, y como reacción al avance del modernismo y de la ciencia en el siglo XIX. Y lo mismo hoy en día, porque pues claro, la Historia sigue pa adelante, y la humanidad sigue buscando respuestas a otras preguntas, o a las mismas viejas preguntas de siempre, y desde la perspectiva fundamentalista pues eso es una amenaza, es un desafío directo a Dios, al menos a Dios como ellos lo conciben, y claro, sigue estando también en la mentalidad fundamentalista esa idea de persecución. Uno se pasa por esas páginas a leer lo que publican y muchos de ellos viven congelados en el tiempo, como si el papa Leon X todavía estuviera en el Vaticano, y como si ya vinieran a perseguirlos, y entonces el enemigo es el comunismo, o el ateísmo, o los gais que quieren venir a llevarse a sus niños. Es todo muy paranoico también, muy curioso.

Bueno terminemos con este panorama así rápido de dónde salió el fundamentalismo y qué es lo que defiende tanto. Porque entonces llega el siglo XX y en la primera década aparece una publicación de la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana en Estados Unidos, donde se postulan los que vienen a ser los fundamentos esenciales de la fe cristiana, qué tiene que creer alguien para decir que sí es un verdadero cristiano y no un hereje. Para los evangélicos, pues, obviamente. Son cinco fundamentos, de hecho hay una serie de publicaciones que se originaron en Chicago, donde luego se amplían estos puntos y otros más que se llaman “The Fundamentals”, eso se volvió muy popular en los Estados Unidos y también ayudó a difundir, no solamente esas ideas, sino el término “fundamentalista”, para referirse a las personas que se adherían a esa declaración de fe.

Entonces, en fin, los cinco fundamentos son, esos sí los tengo por aquí apuntados, son los siguientes, para que se evalúen a ver de 1 a 5 qué tan cristiano eres. El número 3 te sorprenderá. Entonces:

  • La inspiración de la Biblia por el Espíritu Santo y la infalibilidad de las Escrituras como resultado de dicha inspiración.
  • El nacimiento de Cristo del seno de una virgen.
  • La creencia de que la muerte de Jesucristo fue una muerte vicaria.
  • La resurrección en cuerpo de Jesús.
  • La realidad histórica de los milagros de Jesucristo.

Si esto se lee desde la época histórica en la que se produjo, se ve que es una respuesta al materialismo científico que empezó a cuestionar la veracidad de los supuestos milagros que aparecían en la Biblia y la idea del nacimiento virginal y de la resurrección. Ah, bueno, y también ahí tiene mucho impacto esa escuela teológica europea, especialmente alemana, que seguía al criticismo bíblico, a la crítica textual, crítica de las fuentes, porque empezaron a desarrollarse disciplinas que se acercaban a los manuscritos de textos bíblicos que iban apareciendo en exploraciones arqueológicas, y a sentarse a pensar en eso pues, por qué por un lado dice así, pero aquí en este otro manuscrito está traducido diferente, y esto por qué tiene diferencias estilísticas, en el lenguaje que se utiliza, como si fueran varios autores los que están escribiendo esto y no uno solo… en fin, todo el nacimiento de lo que son las ciencias bíblicas. Entonces resulta que la credibilidad de esas historias de la Biblia y la idea de la inspiración, de Moisés o Daniel o David o Pablo sentados escribiendo sus textos mientras el Espíritu Santo les susurraba, eso empezó a ser como cuestionado, y empezó a verse cada vez más la mano de los autores humanos en los textos bíblicos.

Y luego entonces en 1924 se funda el Seminario Teológico de Dallas, que se va a convertir en el principal bastión de estas ideas y donde se forman grandes líderes evangélicos de esa generación, y esa ideología se difunde por todo el sur, sureste de los Estados Unidos, lo que hoy se conoce como el cinturón de la Biblia. 

Ahí mi primera reflexión sería que todo ese desarrollo histórico de un radicalismo y de una defensa tan acérrima de la Biblia, eso tendría que hacernos pensar en si la Biblia de pronto no es el ídolo que hay que derrumbar en nuestra cultura evangélica heredada de ese fundamentalismo norteamericano. Esto es muy escandaloso para muchos creyentes, no es sino uno decir que la Biblia se puede volver un ídolo, para que ahí mismo pierdan la cabeza, demostrando que efectivamente es un ídolo para ellos. Y es que al fin y al cabo, el asunto con esa interpretación de lo que significa que la Biblia sea la palabra de Dios o que es inspirada por Dios, se asume que esa manera de entenderlo es la única posible, y que eso significa que no puede tener errores, que no puede equivocarse, que es la última autoridad en materia económica y política y de crianza de hijos y de ciencia y de todo pues, prácticamente.

Eso ha llevado precisamente a una lectura literalista, que ahorita lo habíamos mencionado. El literalismo ya lleva la idea de la inerrancia bíblica a un extremo mucho más peligroso, y es que se debe entender al pie de la letra lo que dice el texto, y eso se lleva por delante las reglas básicas para interpretar pues cualquier cosa que uno lee. O sea, yo no puedo sentarme a leer un poema como si estuviera leyendo una noticia. De eso ya hemos hablado, pero yo creo que el literalismo bíblico, más que la inerrancia, es el gran problema del evangelicalismo como nosotros lo aprendimos. 

Y es por eso que nos cuesta tanto, y nos duele, y nos lleva hasta esas crisis de fe tan tenaces que hemos experimentado cuando entendemos que, desde las ciencias bíblicas, o desde lo que se sabe por ahora, parece que los libros de la Biblia nos los escribieron los autores que nosotros pensábamos, o que muchos de esos textos, como en el Génesis o en los escritos apocalípticos, son copiados, son adaptaciones, son un remix, de otras tradiciones y de otras mitologías, como la mesopotámica, la babilonia, o la persa, etc. Y a uno le decían que en todas esas culturas vecinas también había una historia de los dioses enviando un diluvio y salvando a unos pocos en un barco, porque claro, Satanás quería imitar la verdad de Dios, entonces fueron ellos los que contaminaron la historia real. Y luego viene la arqueología y la filología y las ciencias textuales y nos dicen que no, que fue al revés. Que esos mitos son mucho más antiguos y que los autores de la Biblia agarraron eso y lo adaptaron para comunicar sus ideas teológicas.

Pero como uno tiene que creer que la Biblia fue escrita por el dedo de Dios prácticamente, pues eso hace corto circuito inmediatamente, o sea, nada en mi vida entonces tiene sentido ya si no hubo un señor montado en un barco con una pareja de cada especie animal esperando a que saliera un arco iris. Eso es todo un trauma, y es una de las cosas más duras que deja el fundamentalismo, que cierra la realidad, que deja ya sin ningún espacio de discusión cualquier aspecto del conocimiento, porque ya eso está en la Biblia y lo que dice ahí es lo que es, y no le busque, porque entonces el diablo va a venir a engañarme… Ese es un ídolo que hay que derrumbar, esa idea, y es una cosa que ha hecho muchísimo daño. Aprender a relacionarse con la Biblia como inspiración de Dios, como un mensaje de Dios, de una manera sana y racional y sin toda esa carga de inerrancia y de literalismo, es muy difícil, pero les digo, por mi experiencia, es toda una liberación. Dios me habla por la Biblia, yo lo busco ahí, en cada página encuentro algo infinitamente importante acerca de Dios, de cómo puedo vivirlo yo hoy en mi realidad. Eso no ha cambiado, pero soy libre, no estoy obligado a andar peleando con las noticias, ni con la ciencia, ni con la Historia… es otra cosa, vale la pena trabajarle a eso.

Pero en fin, este fue como un recorrido a gran escala sobre lo que ha sido el desarrollo del fundamentalismo evangélico. Hay un libro que siempre recomiendo, de Karen Armstrong, que se llama “Los orígenes del fundamentalismo”, que explora la historia desde el punto de vista del cristianismo occidental, pero también del fundamentalismo en el islam y en el judaísmo, que también son bien interesantes. Les recomiendo que lo compren y lo lean, además que Karen Armstrong es una gran autora, muy amena de leer.

Entonces ese fue el cristianismo que nos llegó, la única posibilidad de fe. Porque pues bueno, en Colombia, parece que en el resto de Latinoamérica es muy parecido, fueron los misioneros evangélicos gringos, en unos pocos casos de otros países, pero mayoritariamente fueron gringos los que llegaron a romper con esa hegemonía del catolicismo, que fue la herencia de la colonia española en nuestros países. Y claro, pues ha habido otras corrientes de iglesias históricas, el luteranismo, el metodismo, el anglicanismo, todo eso convive aquí en nuestro país, pero en ciertos contextos fue mucho más fuerte el evangelicalismo y el pentecostalismo, que finalmente beben como de escuelas teológicas muy similares.

Y eso es lo que uno vivió en sus iglesias, el fondo doctrinal, con algunas variaciones denominacionales, por supuesto, pero básicamente la interpretación literal de la Biblia, ese antagonismo a la ciencia como una herramienta del diablo, especialmente a la teoría de la evolución, más recientemente al cambio climático; también un tradicionalismo muy extraño, porque cuando se idolatran las tradiciones de nuestra denominación, pues eso no está mal, simplemente fue lo que el Señor le reveló al hermano fulano, a la hermana fulana, al pastor, el ungido, el apóstol… raro eso. Y además hay que mencionar el impacto de esto en la visión de la política, porque para los fundamentalistas la Biblia debería ser lo que rige las leyes de un país para que este funcione bien; entonces eso aparece en todo el debate público sobre igualdad de derechos de la población LGBTIQ+, los derechos sexuales y reproductivos, todo lo relacionado con el debate sobre el aborto, la legalización de las drogas, en fin. Eso tiene un montón de problemas que no vamos a resolver aquí, pero es un componente importantísimo de la manera fundamentalista de ver el mundo, en lo que concierne a la sociedad y a la política.

Y eso pues que estamos hablando del escenario latinoamericano, porque en Estados Unidos hay unos rayones más bravos, todo es de la tenencia y el uso de las armas, la defensa de la propiedad privada. Aunque bueno, aquí pues también tenemos nuestra propia ración de locura con eso, lo vimos el año pasado en los escenarios del Paro Nacional, los evangélicos calladitos mientras mataban civiles en las calles. Tampoco estamos tan lejos pues. Y también está el tema de la cultura de la pureza sexual que raya en lo enfermizo, hasta con visos de pedofilia por ahí, y con pastores que se creen sexólogos y hacen retos para que la gente deje de masturbarse… bueno, todo ese es otro tema bien carnudo del que podríamos ocuparnos en otro episodio.

Cómo nos acercamos entonces a eso, porque toda esta movida de deconstrucción de la fe, básicamente es una puerta de salida a esas ideas fundamentalistas, casi que somos fundamentalistas anónimos, en rehabilitación. Pues ya para terminar por hoy les quiero compartir algunas de las cosas que veo que todavía nos golpean duro de ese pasado funda, para los que lo tuvimos, y mezclarlo con cosas que les recomiendo, que me han servido para tener una actitud diferente frente a la vida. Esto lo tengo aquí apuntado como unas ideas sueltas que se me vinieron el otro día, entonces no sé qué tan ordenado me va a salir.

Primero quiero volver a algo que dije al principio y es que ser funda no necesariamente tiene que ver con sostener esas ideas teológicas. Creo que a estas alturas, esa manera de ver la vida nos ha dañado tanto, que eso se puede trasladar incluso a nuestra experiencia actual, por más que no creamos en el diluvio literal o en el rapto al estilo de “Dejados atrás”. Puede que con todas las ideas nuevas que uno ha venido aprendiendo y evaluando, siga siendo un funda, simplemente con otra declaración de fe. Es una actitud frente al conocimiento, si yo creo que mi postura y los autores que leo y las conclusiones a las que llegué, esas sí son las buenas, y eso es lo definitivo, y no hay discusión y punto… son un fundamentalista. Y eso es un rasgo muy humano también, no es necesario haber sido evangélico para ser así, eso se ve en el debate político, en los gustos musicales, en el estilo de vida, siéntese a hablar con un vegano o con un biciusuario o con un crosfitero que va todos los días al gimnasio y verá que termina uno sintiéndose como el peor de los seres humanos por no ser como ese otro, por no comer como ese otro, por no verse como ese otro.

Es que, como les dije al principio, categorizar nos ayuda, separar las cosas en paquetes es práctico para no tener que gastarnos tiempo en interpretar la realidad. Nos da un escenario conocido, lo asumimos como la realidad y nos movemos para adelante. Entonces por eso creemos también que la gente acepta las ideologías en paquete. Eso pasa mucho por ejemplo en el tema político, si alguien simpatiza con un candidato y ese candidato es de izquierda, por ejemplo, entonces se asume que la persona es de izquierda. Y ser de izquierda en cada país tiene ciertas connotaciones diferentes, o de derecha también. Entonces uno se encuentra con esos moldes cuando habla de sus ideas políticas o sociales, porque no necesariamente uno va a encajar en esas categorías tan absolutas. Yo puedo defender la libertad de género, por ejemplo, que cada uno haga con su vida sexual y privada lo que quiera, dentro de unos parámetros de respeto social mutuo. Eso me haría casi que de izquierda, porque el conservadurismo político tiene la bandera de proteger a la familia tradicional, porque si dos hombres se casan, entonces parece que todos los hombres se van a querer casar entre ellos, yo no entiendo pues cuál es el miedo a volverse gais, de pronto es que ya lo son y por eso se asustan tanto de reconocerlo, vaya uno a saber. Bueno, en fin, uno puede defender eso, por ejemplo, pero tener ideas libertarias en lo económico, defender el libre mercado, la propiedad privada, etc. Eso me haría de derecha, en términos económicos… ¿entonces qué soy? 

¿Ven el problema? Dependiendo de qué tema esté hablando y con quién, me van a categorizar en un lugar donde no estoy. Y es que la realidad no cabe en una categoría, pero a veces a uno lo quieren ubicar en esos lugares que no corresponden a la realidad. Entonces si digo que las mujeres deberían tener derecho a decidir sobre su maternidad, entonces soy un asesino. Y si digo que quiero votar por el candidato de izquierda, entonces es porque estoy de acuerdo con dictaduras terribles como las de Cuba o Venezuela. Que también uno ve gente defendiendo cosas indefendibles, como el modelo cubano, solamente porque les toca porque son de izquierda. Es muy complicado eso.

Y eso lleva a una caricaturización de las ideas de los “adversarios” también, porque entonces si uno quiere votar por el candidato de izquierda, entonces es porque quiere que nos volvamos como Venezuela. O si quiere votar por el de derecha, es porque le encanta el paramilitarismo. Esa caricaturización del contrario la hacemos todo el tiempo, es una falacia de llevar al absurdo el argumento del otro para sentirme mejor al rechazarlo. Y por eso estamos tan llenos de discursos extremos sobre lo que creen los demás, con todo eso de la ideología de género, que a estas alturas nadie sabe bien qué es, o la amenaza del comunismo, como si estuviéramos todavía en la guerra fría, o lo de los fetos en las vacunas. Y en el sentido contrario también, porque entonces la gente que es racional, que tiene procesos de pensamiento crítico y sano, y aún así se inclina por ideas que a nosotros nos parecen conservadoras, entonces es porque son brutos y no han entendido y pasados de moda y fundas. Y resulta que el funda es uno, por no sentarse a entender por qué el otro piensa como piensa.

Otro asunto que arrastramos del fundamentalismo es el asunto de la autoridad de la tradición. Si alguien dice algo y tiene las suficientes credenciales, las credenciales que a mí me gustan, claro, entonces ese alguien tiene que tener razón. Si lo que escucho o leo está alineado con la declaración de Chicago o del Niágara o con las 5 solas, entonces está bien. Todo lo demás no sirve. Y entonces ahora nos pasa para el otro lado también. Si esto viene firmado por Barth, o Bultmann, o por Rob Bell, o por N.T. Wright, o por cualquiera de esos autores más liberales y progres que tanto nos gustan, tiene que estar bien. Que entre otras cosas, en estos días caí en cuenta que cuando se hablan de esos autores que están ahora modelando nuestra teología progre, son puros hombres blancos anglosajones, la misma vaina, el mismo colonialismo pero con otro contenido. Hay mucha teología latinoamericana, indígena, negra, queer, diversa étnicamente para explorar, gente. Echémosle ojo. Bueno.

Entonces sobre esto se me ocurren varias cosas, una es que no podemos caer en el error de rechazar lo viejo porque es viejo y aceptar lo nuevo porque es nuevo. A mí me gusta irme a explorar el desarrollo histórico de las ideas, precisamente porque la historia explica muy bien el por qué ideas que a mí me parecen tan absurdas, fueron tan bien aceptadas en su momento. Las ideas no viven solas, sino que se desarrollan en medio de la historia y de la cultura y de los problemas del momento. Es muy enriquecedor mirar a los autores clásicos, a la gente que razonó sobre problemas que nosotros de pronto ya consideramos resueltos, eso vale mucho la pena. Buscar a los padres de la iglesia, por ejemplo, es algo que empecé a hacer mucho este año. No podemos simplemente ignorar 20 siglos de historia y pensar que todo el mundo era idiota menos yo. Leer la apologética de Justino, o la teología de Orígenes, de Agustín, la filosofía de Tomás de Aquino… eso nos sirve para entender en qué contextos pensaban, a qué problemas se acercaban y cómo los resolvieron con los recursos que tenían. No sé si es que yo soy muy ñoño o qué, pero creo que por ahí podemos encontrar muchas ideas interesantes, no es para creer pues todo lo que dijeron, pero sí para entender de dónde viene lo que creyó el cristianismo por tanto tiempo, y que muchos siguen creyendo, incluso nosotros sin saberlo tenemos herencia de esa gente.

Por un lado eso y por el otro está el asunto de la autoridad en el conocimiento. Porque el sistema en el que vivimos ha hecho del conocimiento un monopolio de los diplomas. Si esta persona tiene este título, entonces sí sabe. Si no, entonces no le hacemos caso. Una cita que vi en estos días de Umberto Eco, muy interesante, donde le preguntaban acerca de la intelectualidad, qué es ser intelectual. Venga mejor se las leo, porque la tengo aquí fresquita:

P: Usted es uno de los intelectuales más famosos del mundo. ¿Cómo definiría el término intelectual? ¿Conserva para usted algún significado en particular?

R: Si por intelectual entendemos todo aquel que trabaja únicamente con su cabeza y no con sus manos, un empleado de un banco es un intelectual, y Miguel Ángel no. Hoy, con los ordenadores, cualquiera es un intelectual. Por eso, no creo que la cuestión tenga nada que ver con profesiones o clases sociales. Para mí, un intelectual es alguien que produce nuevos conocimientos haciendo uso de su creatividad. Un campesino, cuando comprende que un nuevo tipo de injerto puede producir una nueva clase de manzanas, está desarrollando una actividad intelectual, mientras que un catedrático de Filosofía que se la pasa toda la vida repitiendo una misma clase sobre Heidegger no tiene por qué ser un intelectual. La creatividad crítica -el espíritu crítico para analizar lo que hacemos o inventar nuevas formas mejores de hacerlo- es la única vara para medir la actividad intelectual.

¿Cómo medimos si alguien en bueno en algo? A veces, la única información que tenemos es una posición, o un título. Y claro, para obtener un título, alguien ha debido estudiar, hacer una carrera, pasar por unos procesos evaluativos, tener validación de unos pares, o de superiores. No estoy demeritando eso, para nada. Pero hay un fenómeno interesante a tener en cuenta y es que cada vez más la formación académica, especialmente en ciertas áreas del conocimiento, están más enfocados en formar personas para que funcionen correctamente dentro de la estructura productiva que tenemos, y no en pro de generar conocimiento. Somos más replicadores que creadores.

Yo valoro mucho el autodidactismo, no sé si esa palabra existe, porque es mi propia historia profesional. Yo era un estudiante de primer semestre de ingeniería física en la Universidad Nacional de Colombia sede Manizales, inocente y lleno de sueños, cuando descubrí el mundo de la programación de software. Aprendí a programar porque había una oportunidad de ganarme una plata haciendo unos simuladores de experimentos de electrónica, y pues no solamente estaba lleno de sueños, sino también de hambre, entonces me puse a aprender, me gané esa plata y ahí me quedé. Toda mi vida laboral ha sido en la programación de software, fui desarrollador freelance como estudiante, trabajé en agencias de marketing, en casas de software, luego me volví gerente de proyectos, liderando equipos y echando carreta con los clientes, y eso soy ahora. Para quien me escuche hablar en el trabajo podría pasar por ingeniero de sistemas, así como para quien me escucha hablar aquí en el podcast puedo pasar por teólogo, incluso hasta me hago pasar por cancionero jajaja… soy un fraude, lo sé, soy un falso cancionero. 

Y la industria de la tecnología es un buen ejemplo, porque desde hace unos años, las más grandes empresas del sector no se interesan tanto por un título, o por un grado, sino por conocimiento o experiencia, certificada eso sí, pero con otros criterios que no necesariamente son los de una universidad. De hecho, en las ofertas laborales, empezó hace poco a aparecer: “se requiere persona profesional en ingeniería de sistemas o que pueda demostrar una experiencia equivalente para tal cargo”. Pero bueno, eso aplica en el ámbito laboral para ese tipo de oficios, no para todo. Pues un médico que aprendió a sacar apéndices viendo tutoriales en Youtube, sería algo muy diferente. O un economista que aprendió viendo “El boletín del consumidor”. En fin, el punto es que el conocimiento que se adquiere por cuenta propia es también muy valioso, ya no hablando de lo laboral o de ejercer como académico, etc, pero pues muchos no hemos tenido la oportunidad de estudiar historia o ciencias sociales o teología, pero la curiosidad nos puede llevar a lugares muy interesantes, y no deberíamos amarrar la credibilidad de una persona solamente a su posición a sus títulos.

Persigan esa curiosidad, porque el fundamentalismo nos enseñó que había que creerle a este porque sabía, porque era la voz autorizada. A mí me ha servido explorar por mi cuenta, escuchar otras voces, preguntarle a gente que ha estudiado cómo ve esto o lo otro desde su punto de vista, pues prácticamente eso es este podcast, ¿no? En este camino, los últimos 7 u 8 años, cuando me encuentro con alguien que ha estudiado o enseñado teología, ciencias bíblicas, historia, todas esas áreas que me interesan, le pregunto qué leen, qué autores estudian, cuáles son los temas importantes y dónde los encuentro. Y arranco a buscarlos, y a jalar esa cuerda a ver hasta dónde lleva. 

Pero también piensen en cómo nos acercamos al conocimiento, porque lo que pensamos ahora puede quedar obsoleto en un par de décadas. Esa conciencia también lo cambia a uno, en lugar de pensar que ya tengo la respuesta final, simplemente hago parte de un camino, de una búsqueda en la que ha estado toda la humanidad, y esa búsqueda no es principalmente por la verdad, la verdad mayúscula, la verdad final, sino una búsqueda espiritual. Una espiritualidad que persigue lo que los filósofos llamaban la virtud, o lo que los cristianos llamamos la santidad, en últimas parecernos a Jesús, que Cristo sea formado en nosotros, decía Pablo. Y eso pasa por una pregunta que a mí me parece la más importante, y es: ¿cómo me transforma esto la vida? ¿Cómo me hace mejor persona? Nada me gano con tener la teología más cercana a la realidad, más apegada a los manuscritos, la exégesis más pura y acorde con los últimos descubrimientos de la academia, pero si soy una mala persona, si soy mal esposo, mal padre, mal vecino, si no tengo empatía por el dolor de la gente, si no tengo una vida coherente con las convicciones que profeso, pues para qué me sirve. Puedo decir que soy muy progre, pero pues soy una mala persona, progre y malo.

Cuál es el impacto de lo que creo y de lo que descubro y de lo que aprendo en mi vida. En mi ética. Hay gente conservadora, que uno definiría como conservadora, que vive un cristianismo auténtico, sin teología, sin filología, sin arqueología ni crítica textual, creen ahí sus doctrinas, tienen sus versículos y sus himnos, y van a la iglesia, y viven auténticamente buscando parecerse a Cristo. O sea, la cosa es que vale la pena perseguir un entendimiento adecuado de lo que yo creo, hay personas que somos así, curiosas, nos gusta saber y explicar las cosas, pero lo más importante es la coherencia, es vivir a Cristo, vivir el llamado del evangelio. Citando a Pablo, el conocimiento envanece, pero el amor edifica.

Para mí eso realmente es ser progresista. Pues ya que nos están poniendo encima esa etiqueta de progres, pues seamos progres entonces. Como las primeras comunidades cristianas que tenían una ética revolucionaria, ojo, tal vez no una vocación revolucionaria de cambiar el mundo y alcanzar las naciones y eso, pero en su forma de vivir había algo que llamaba la atención, que era disruptivo, al menos eso es lo que aparece en los textos del Nuevo Testamento. Gente que cuidaba a los pobres, que se cuidaba entre ellos, eso era el centro de su experiencia. No el culto, ni la liturgia, ni la doctrina, porque eso no solamente era secundario, sino que también muy diverso.

Piensen en la diferencia de las comunidades cristianas con las religiones a las que la gente estaba acostumbrada. O sea, ellos no tenían lo que tenía una religión, no parecería estrictamente una religión, pienso que sería algo raro para la gente que los viera desde afuera. Sin templo, sin estructura física, porque se reunían en las casas y eso, sin diferencias sociales, en la misma mesa esclavos y libres, hombres y mujeres, judíos y griegos, toda esa gente que cabía por igual en esas comunidades, alrededor de la fe en Jesús como el Cristo. No tenían altar, no tenían sacrificios, no tenían sacerdotes, dentro de su discurso pues todos y todas eran un sacerdocio, y claro, las enseñanzas de Jesús iban precisamente en una dirección contraria a eso, a esa dependencia de un clero. Que luego el cristianismo se volvió otra religión y ya esa esencia se empezó como a diluir entre discusiones doctrinales y luchas de poder y posiciones de autoridad, todo lo que el cristianismo no debería ser.

Pero los primeros cristianos tenían cosas muy progres, claro, esto es un anacronismo pues, pero espero que me lo permitan para efectos de la idea que quiero transmitir. La idea de Jesús como rey, con términos que se usaban en el imperio para referirse al César o al mismo Estado, porque los cristianos decían que Jesús era quien tenía todo el poder, la autoridad, el reino, la sabiduría, todos esos atributos que solo se merecía el emperador, o que Jesús era el hijo de Dios, el ungido, el salvador, todas esas cosas que era el César. Y algo tan disruptivo seguramente era confuso y hasta peligroso a ojos de la gente: ¿estos son judíos o son gentiles? ¿Son rebeldes, son peligrosos, o son inofensivos, están locos? Porque hay esclavos ahí, hay mujeres, se les demanda responsabilidad sobre la moral sexual a los varones, que eso podría verse como una ética progresista para la época, o la defensa de la dignidad de las personas, de los niños, que eran considerados pues en una escala muy inferior. Como muy progre todo eso.

Además del asunto de la diversidad, porque esa estructura homogénea que tenemos en la cabeza como cristianismo es muy tardía, eso aparece si mucho evidente en los textos del Nuevo Testamento en los deuteropaulinos, o sea, en esos escritos que fueron producidos parece que por discípulos de Pablo, o personas pues cercanas a Pablo, no se sabe qué tanto del pensamiento paulino realmente hay ahí, pero en todo caso escribían en su nombre para pasar instrucciones a comunidades ya más organizadas, con ancianos, obispos, un sistema de gobierno, un orden el culto y en la administración de los recursos. Pero, en últimas, esa estructura viene siendo irrelevante para una espiritualidad sana donde se respeta la diversidad. O sea, no es que hay que abandonar las iglesias para ser mejor cristiano, para muchos de nosotros las vivencias que hemos tenido nos han llevado a una ruptura con sistemas eclesiales, pero pues no es que eso sea mejor o preferible. En últimas, la vida de comunidad es muy importante, ya le corresponde pues a uno mirar qué tipo de comunidad quiere. Pero se puede tener una espiritualidad sana en medio de una estructura tradicional, perfectamente, con un pastor que te predique cada ocho días, un grupo de alabanza, etc. 

En estas comunidades de los primeros cristianos uno ve que se les daba libertad por ejemplo a los judíos, para circuncidarse, guardar las fiestas, ir al templo. Y también los gentiles debían guardar una diferencia moral (huir de la fornicación, o esto del yugo desigual), específicamente en el aspecto cúltico, porque todas estas indicaciones sobre la fornicación y las rameras, eso pertenecía a un contexto de los templos paganos, pero no había problema en comer cosas sacrificadas a los ídolos, por ejemplo, que es un discurso de Pablo en 1 Corintios. Había una invitación a experimentar el reino de Dios en comunidad y no quedarse como amarrado a los detalles, entonces una familia judía podía ir el sábado a su ritual en la sinagoga y luego el domingo iba a partir el pan en la cena del señor. Y esto sería perfectamente normal. La enseñanza apostólica le apunta a esa libertad sin necesidad de no imponer la creencia personal a los otros, obligar a los demás a guardar el sábado, o menospreciar al que no come carne, etc.

Entonces, si usted quiere levantarse a orar a las 5 am, porque esa es su costumbre, y si quiere ir a la iglesia cada ocho días a llevar el diezmo, o acercarse a la Biblia como la palabra inerrante de Dios, eso está bien. A mí me parece que caemos en ese peligro de imponer o demeritar las miradas alternativas, en ninguno de los dos sentidos. Mucho post en redes sociales que empieza como en negativo, ¿cierto? “No, la Biblia no es la palabra de Dios”… “No, la santidad no tiene que ver con la sexualidad”. Pues sí, también tiene que ver con eso, se vale proponer posiciones alternativas, pero no es necesario llevarse por delante la espiritualidad de los demás, en este camino de fe progre, sin esas ataduras del fundamentalismo, todo es una constante proposición. Claro, alertamos sobre posibles abusos de las estructuras eclesiales, de situaciones tóxicas que no ayudan a una buena relación con Dios, o ponemos en contexto la lectura bíblica, porque yo creo que el problema no es tanto la inerrancia, o sea, si vas a creer que la Biblia no se equivoca, está bien, pero pues al menos aprendé a leerla con respeto a su carga literaria, al contexto histórico, etc.

O sea, no perdamos el centro del evangelio, que es el amor. Vea, yo no tengo problema en que la gente crea en un infierno de fuego literal, el problema es que me digan que yo me voy a ir para allá por pensar diferente a ellos. Porque eso no solamente es violento, sino que no es el mensaje del evangelio. Está bien hacer parte de una iglesia y vivir mi espiritualidad así, pero hacerse el de la vista gorda con la defensa de los más vulnerables o con el cuidado del medio ambiente, cosas que están en la Biblia, pues eso no es una vida coherente con el evangelio, vení yo te muestro mis razones, vení pongamos a conversar las ideas. Y si al final decides seguir pensando igual, está bien, pero entonces no me digas comunista o falso cristiano por tener las ideas que tengo.

En fin, todo en últimas se trata del fruto… la teoría va y viene, está en constante formación si uno es progre, o ya la definieron en la declaración de Chicago si uno es funda, lo que sea, pero puede que alguien no esté de acuerdo con los derechos sexuales y reproductivos para las mujeres, pero si se encuentra con una mujer que abortó le tienda la mano sin juzgarla; o que un funda que no está de acuerdo con legalizar la adopción por parte de parejas gais, sea la persona más respetuosa y amorosa con la pareja homosexual que vive en su barrio. Como también puede pasar que yo me crea muy progre y defienda el feminismo, pero pues todavía sigo esperando que me aplaudan por lavar los platos o por cambiarle los pañales a mi hijo… Entonces no nos tomemos tan en serio esas clasificaciones. Al final, si vamos a ser progres pues entonces que eso signifique algo en la vida real, no solamente en lo teórico, siempre bajo el llamado del evangelio. Porque, si uno lo piensa bien, la única clasificación que nos debería interesar es si amamos o no.

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