Solemos imaginar a Dios como un viejo barbón, así tipo Santa Claus pero en enojón. Dios malhumorado, de ceño fruncido, que adora el «orden» y la «disciplina».

Pero en el evangelio de Marcos, Jesús nos revela que a Dios le gusta el desmadre, el juego y que para ser un creyente no debemos aspirar al poder ni al control, ni a la sobriedad, sino jugar, ensuciarnos y ser solidarios.

Este es un sermón de anarquismo cristiano: contra cualquier pretensión de autoridad por parte de la iglesia y en pro del caos y la libertad de los juegos infantiles.

Un sermón que predica a un Dios infantil y a un Cristo juguetón.

Himnos y cantos en esta transmisión

  • Mi pequeñita luz
  • Popurrí de coritos
    • Una arquilla en el río
    • Había un hombrecito
    • Como Jeremías oraba
    • Zaqueo era un hombrecito
    • Jonás no le hizo caso
  • Popurrí de Manuel Bonilla
    • Yo tengo grande gozo
    • El amor de Dios es maravilloso
    • En mi corazón hay banderas de amor
    • Cuidado tus ojitos
  • Alabaré, alabaré
  • Oh, profundidad de las riquezas

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