Reflexión Cantares

«Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor…» (Cantares 8:6)

Este fragmento de la canción de amor por excelencia, el Cantar de los cantares, presenta una escena de un romanticismo total: dos personas que se aman al punto de llevarse como una marca permanente en el corazón, la parte más profunda y sensible del ser. Si han estado enamorados alguna vez, creo que les será fácil identificarse con este pensamiento, ¿verdad?

Por otro lado, no es tan fácil encontrarle un sentido espiritual a este tipo de expresiones. De hecho, el libro de Cantares tuvo ciertas dificultades al principio de la historia del cristianismo para ser admitido dentro del canon de las Escrituras (es decir, dentro de la lista de libros que se consideran como inspirados por Dios). Aparece entonces la pregunta que debemos hacernos al leer este y cualquier pasaje de la Biblia: ¿Que nos querrá decir el Espíritu Santo por medio de esta frase acerca de nuestra relación con Jesucristo?

La reflexión que les voy a compartir a continuación no nació en Cantares, sino en otro pasaje del Antiguo Testamento en el que estuve meditando hace poco, pero que fue inevitable asociar con esta escena de la canción de bodas del rey Salomón. Veamos de qué se trata.

Las vestiduras del sumo sacerdote

El pasaje del que estoy hablando es Éxodo 28. Allí se describe con lujo de detalles cómo debía ser la indumentaria ritual de Aarón, el sumo sacerdote de Israel en el desierto, y de sus hijos. El papel de esta orden de sacerdotes dentro del pacto mosaico era vital, puesto que se constituían en un enlace entre el pueblo y Dios. Ahora bien, el Nuevo Testamento utiliza la conocida figura del sumo sacerdote para explicar cómo, bajo el nuevo pacto, Jesús viene a ser el gran Sumo Sacerdote para su pueblo, la iglesia (ver Hebreos 3:1-6).

En este sentido, algunos encuentran ciertos simbolismos en las vestiduras del sumo sacerdote Aarón que se podrían asociar con aspectos del sacerdocio de Cristo a favor de los suyos. Sin entrar a analizar qué tan acertadas pueden llegar a ser este tipo de interpretaciones, es precisamente aquí donde encuentro una referencia que me hace pensar en el amor de Jesucristo, lo que Él sigue haciendo hoy en día por mí y lo que tal vez me quiere decir el fragmento del poema de Cantares con el que abrí esta reflexión.

Un sello sobre tu corazón

Uno de los componentes del traje de Aarón era el pectoral, descrito en Éxodo 28:15-30, un accesorio que se ubicaba sobre el efod, una especie de delantal con decoraciones. Sobre este pectoral se encontraban 12 piedras preciosas, cada una de ellas representando a las 12 tribus del pueblo de Israel, y cada una de ellas tenía grabado el nombre de una tribu. De esta manera, «…llevará Aarón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón, cuando entre en el santuario…» (Éxodo 28:29). Lo que esto me dice es que Cristo, mi Sumo Sacerdote, también lleva mi nombre escrito sobre su corazón.

¿Qué mayor muestra de amor que esta? Mi nombre ha quedado grabado en su corazón, porque es por mí que ha sufrido; por mí vino a este mundo a morir, por mis pecados, para darme la salvación; por mí ruega al Padre incesantemente, para que el trono de la gracia quede abierto para mí. ¡Maravilloso Salvador!

Una marca sobre tu brazo

El efod del sumo sacerdote también tenía unas hombreras, sobre las cuales había dos piedras de ónice engastadas en oro. En estas piedras también aparecían grabados los nombres de las 12 tribus de Israel, 6 en una piedra y 6 en la otra, «como grabaduras de sello». De esta manera, «Aarón llevará los nombres de ellos delante de Jehová sobre sus dos hombros por memorial.» (Éxodo 28:9-12). Lo que esto me dice es que Cristo, mi Sumo Sacerdote ante el trono de Dios, también lleva mi nombre escrito sobre sus hombros, encima de su brazo.

¡Qué descanso le da esto a mi alma! Sobre esos hombros puedo reposar el peso de todas mis cargas, sobre esos mismos hombros que cargaron la pesada cruz rumbo hacia el Gólgota. Allí, como una marca sobre sus brazos, Él me lleva como memorial, para acordarse de mí. ¡Jamás me olvidará!

Mi canción de amor para Él

Es apropiado, entonces, que mi alma conquistada por el amor de Jesucristo le cante este verso a Aquel que lleva mi nombre sobre su corazón y sobre su brazo. La expresión «fuerte es como la muerte el amor» tal vez no se refiera a mi muerte, sino a la suya. Después de todo, esa debería ser la medida de mi amor por Él: vivir recordando que Él fue capaz de morir por mí. Mi vida debería ser cada día mi canción de amor para Él.

2 comentarios

  1. Hola. Dlb. Muy bueno. Te lo agradesco. Hermano me gustaria saber cm puedo obtener el libro de himnos y canticos y el de salmos y coros. Si pudiera ayudarmese lo agradesco.

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